lunes, 14 de marzo de 2016

Obesidad y escuela. ¿Educación? ¿ Discriminación? ¿Culpa? "Ambiente que nos rodea"





Cuando hay un niño con sobrepeso u obesidad en nuestro entorno, y en este caso en el entorno de la escuela, lo más fácil y rápido es echar la culpa al propio niño y a los padres. Que si come mucho, que si mira que bollos se toma, que si no se mueve, que debería hacer más deporte...

A nadie le gusta tener sobrepeso y sobre todo a ningún niño le gusta compararse con el resto y verse que ya no sólo es que sea diferente, sino que además, le pueden mirar distinto o incluso hacer comentarios ofensivos por ello.

Vivimos en un entorno obesogénico en el que si uno no está comiendo todo el día, es porque no quiere o porque está luchando continuamente con ese propósito.

Pensad en un día cualquiera desde que ponéis los pies fuera de casa. Si váis en coche, pasaréis por delante de la gasolinera. Al repostar, tenemos delante una oferta de panes, bollos, chocolatinas... a los que si hemos desayunado bien, nos podemos resistir pero, si hemos salido con prisas de casa, seguramente caeremos en ellos.

Después, continuamos conduciendo y pasamos por delante de al menos un restaurante de comida rápida. Muchos de ellos emplean los colores rojo y amarillo porque son potentes estimuladores del cerebro y nos hacen darnos cuenta de que están ahí delante.

Además, la máquina de los snacks y de refrescos del trabajo, el cumpleaños de una compañera, la galletita que nos ponen con el café en el bar o la que regala el repartidor de periódicos para su promoción.

Y así todo el día, todos los días. Si además, trabajáis en el centro de Madrid o viajáis en metro, la mezcla de olores en los intercambiadores, colores, dibujos... hacen que entre llevarse la comida o comer fuera, la elección sea fácil y clara. Y si no, algo para después de comer, la merienda, etc etc etc.

En circunstancias normales, sin patología, podemos decidir o como decía antes, resistirnos a tales impulsos o a la publicidad constante que nos bombardea pero cuando se trata del cerebro de una persona con obesidad o hablando de niños, cuando tus amiguitos sí lo toman y tú no, no es tan sencilla la resistencia.






Además, repito como en otras ocasiones, que el azúcar y otros alimentos palatables con alto contenido en sal o en grasas, son muy adictivos para el cerebro e incitan a que el consumo sea continuo y sin límites. Porque... ¿ conocéis a alguien que sea adicto al brócoli, a la lechuga o al calabacín?

Por otro lado, la epidemia de obesidad silenciosa que se va extendiendo y que cada vez llegan más casos a nuestro alrededor, es fruto de la cultura Estadounidense a la que poco a poco nos vamos habituando. Platos cada vez más grandes, porciones, hamburguesas, pizzas, refrescos más y más grandes por sólo añadir 50 céntimos o 1 euro al menú. Claro, por ese poco dinero ¿ quién no se toma el menú XXL? Aunque luego sepamos que nos hemos pasado comiendo, o nos duela el estómago o incluso acabe en la basura, pero ¿ vamos a desperdiciar la oportunidad? Comer basura es muy barato.

La regulación del hambre y la saciedad se controla a través de mecanismos endocrinos y neurológicos que, en el caso del niño/ adulto obeso, están descontrolados. El punto de ajuste "set point" que nos indica que ya estamos saciados, está alterado y cada vez se va modificando en función de la ingesta creciente que se haga y de los alimentos que van alterando mi percepción del sabor y de la saciedad.

¿ Qué propongo?

No hay que castigar a los niños o poner en tela de juicio al mismo niño o a sus familiares sino intentar comprender el trasfondo que hay por detrás.
Desgraciadamente, la obesidad está ligada a factores socioeconómicos y hay mayor frecuencia de niños obesos en familias con pocos recursos sociales y económicos que al revés.

En cualquier caso, ricos y pobres sufren esta enfermedad y el tratamiento, al igual que las causas es multidisciplinar. La solución no es tan sencilla como comer menos y moverse más. Si el organismo fuera como una caja en la que entran y salen calorías, el problema habría sido resuelto en gran medida desde hace ya tiempo.

Actividad

Movernos y movernos, esa es parte de la clave. El entorno en el que vivimos nos predispone a pasar muchas horas sentados en clase, muchas horas viendo la televisión, jugando con el móvil o chateando por internet.

Paseos en bici, salir a jugar a la pelota, mantener el contacto con la tierra, respirar aire puro de la montaña, jugar con la nieve, rodar por el suelo, caminar a cuatro patas, colgarse de una barra... son movimientos naturales que poco a poco hemos ido perdiendo y que son tan beneficiosos para el cuerpo como para la mente.

Pasar un día en familia, con amigos... no será nunca reemplazable por la misma actividad solo sin compañía. El efecto terapeútico del deporte es mayor si se practica en grupo.

No hay que forzar al niño a hacer deporte por que sí, sino encontrar cuál es el deporte que le gusta y que disfrute con lo que haga, que tenga ganas por volver a esa actividad.


¿ Todo es culpa de la genética?

Si bien la obesidad puede estar influida genéticamente, no es la causa ni tampoco la excusa. Tampoco lo son la edad o la menopausia. Pues,  ¿están todas las mujeres menopaúsicas obesas?

El punto en común de muchos pacientes obesos, es que tienen desorden en su día a día en cuanto a qué desayunan, cómo van al colegio, si son sedentarios o no, cuántas veces comen al día, qué ejercicio realizan, cuántas horas duermen y cómo duermen ( se despiertan, tienen pesadillas...), si tienen o no relaciones sociales dentro y fuera del colegio, si tienen hobbies fuera de la jornada escolar, cómo se organizan con los deberes, si toman algún tipo de medicación... y a esta lista de factores se puede unir que hayan o tengan traumas, problemas familiares o académicos entre otros. Además, hay patologías de base como problemas en la glándula tiroides que empeoran la situación.

El sobrepeso o la obesidad no es sólo un problema de cuestión estética; cómo me veo yo a mí mismo y cómo me ven los demás, sino que también es un problema que abarca enfermedades que derivan del propio sobrepeso/ obesidad como diabetes, hipertensión o incluso determinados tipos de cáncer.

Además, en el caso de los niños con sobrepeso u obesidad, puede desencadenar desórdentes de tipo alimentario orientados hacia anorexia nerviosa o bulimia en la adolescencia.

La cuestión no es para tomarla en broma o quitarle importancia. Tampoco para pensar: "pobrecitos, no les quiero discriminar".

No hay que hacer una dieta limitante y exclusiva sino modificar los hábitos y el estilo de vida. ¿ De quién? De toda la familia. Da igual que el hermanito sea delgado o que a papá le encanten los bollos. Si tenemos un problema de esta índole. la lista de la compra tiene que ser común y nuestra mejor herramienta.


¿ Qué comer y qué no comer?


Digamos de manera resumida, que hay que comer comida real. ¿Tu abuela reconocería lo que le estás poniendo al niño en el plato como comida? Si la respuesta es no, quizás haya que dejar de consumirlo o plantearnos de dónde viene lo que estamos comiendo.

Si está en casa, se va a comer y si tenemos que decirle al niño que los demás podemos y él no, entonces sí estamos discriminando. Lo mejor, no comprarlo y así todos nos sacrificamos al menos en presencia del niño pero todos aprendemos a comer mejor.

Verduras, frutas, carnes, huevos, pescados y legumbres serán nuestros alimentos aliados.
 Cereales con moderación y sobre todo cuando haya ejercicio físico durante el día.
Además, hay que tener en cuenta que determinados cereales como el trigo son pro- inflamatorios por lo que habrá que considerar ese factor en el momento de querer reducir volumen del organismo.

Y, en momentos ocasionales, y sobre todo para eliminar la ansiedad, podemos ofrecerle tarta, alguna pizza...
Se puede plantear el día con "comida trampa" para reducir la ansiedad que puede producir el hecho de no poder comer lo que uno quiera. Ese día, debería haber mayor ejercicio físico y la "comida trampa" sería una de las comidas del día, no el día entero. Se puede aprovechar un cumpleaños, Navidades...





¿ Y si le encanta el chocolate y no se puede resistir?

Entonces se pueden probar varias estrategias.

Por un lado, tener el chocolate menos a su alcance; guardado en armarios elevados por ejemplo.

Otra solución sería ir comprando chocolates con contenido más alto de cacao hasta llegar al 100%. Se puede empezar por el 70% que es fácil de encontrar en supermercados y poco a poco, ir elevando el contenido de cacao. Dos trozitos de chocolate al día con elevados porcentajes de cacao son incluso beneficiosos para el cerebro y para disminuir la ansiedad del niño.

Y por último, otra estrategia sería disminuir el valor positivo y agradable del chocolate como tal, comprando marcas que no estén tan ricas.



¿ Para beber?


Agua como principal y leche si el niño la toma. No hay necesidad de desnatarla pues en los procesos de quitarle la grasa, se añaden azúcares para hacerla más sabrosa por lo que es peor el remedio, que la enfermedad como se suele decir.


Sueño y descanso

El descanso y sueño nocturno es fundamental. Elevados niveles de hormona cortisol u hormona del estrés. nos preparan para salir corriendo en momentos en los que, por el estilo de vida actual, permanecemos sentados en el pupitre. Eso hace que las reservas de energía que se liberan, se acumulen en forma de grasa y sobre todo, de grasa abdominal.
Cuando esa acumulación es continua y acumulativa, esa "grasa abdominal" funciona como un órgano aparte y se hace resistente a los niveles de insulina que el páncreas libera, por lo que mayor obesidad en términos sencillos de explicar.

Durante el descanso y sobre todo por la noche, los niveles de cortisol descienden y se produce uso de la grasa como combustible para algunos de los procesos de metabolismo basal como respirar. Si no se duermen las horas suficientes, que en el caso del niño estarían entre las 8-10 horas en función de la edad, no hay tal recuperación.


Después de lo leído, espero que la próxima vez que veáis a un niño con sobrepeso, por un lado no penséis "como se debe poner a bollos" pero por otro, tampoco le déis uno por aquello de no discriminar.


lunes, 7 de marzo de 2016

Hablemos de cacas. Me duele la tripita, ¿Qué puedo comer? ¿Arroz y sólo arroz?

El dolor de tripa es una de las consultas al pediatra más frecuentes y el síntoma más común, junto al dolor de cabeza de los niños cuando acuden a la enfermería del colegio.

¿Qué hacer? ¿ Medicar siempre?

El dolor de tripa es multicausal y si bien nos puede indicar el comienzo de una gastroenteritis, también puede indicar una afección del estómago causada por la bacteria helicobacter pylori o como sucede la mayoría de las veces. gases, nervios. preocupación o una mala digestión. No siempre ha de pensarse en una apendicitis como causa primaria.

En estos casos, lo importante es tener en cuenta otros factores como:

- Febrícula o fiebre
- Naúseas o vómitos
- Estreñimiento o diarrea
- La postura del niño al caminar o estar sentado; si adopta una postura que no es habitual, puede deberse a que en esa postura se le calma el dolor (postura antiálgica).

Si al caminar no es capaz de estar erguido, puede indicar que el dolor es más agudo. Además, en esos casos suele desaparecer el apetito y las ganas de jugar.

En esos casos, lo conveniente es acudir al pediatra o en todo caso, administrar paracetamol. El recurrido ibuprofeno, es un antiinflamatorio, por lo que si se administra sin prescripción médica en estos casos, podría ocultar una patología inflamatoria tipo apendicitis.

Entonces, ¿ qué hacer?

Ante todo, observación. Hay que observar si el niño quiere jugar o está tumbado apático, con tristeza o mal humor. Si no hay vómitos y las deposiciones son normales, la conducta a tomar sería que coma lo que le apetezca, hidratación y observar la evolución.

¿ Deposiciones normales, estreñimiento o diarrea?

Las heces tienen consistencia y formas variadas así como frecuencia.

Lo normal es desde 3 deposiciones a la semana hasta 1- 2 deposiciones diarias. La consistencia puede variar desde las bolitas tipo caprinas hasta consistencia más blanda en las que hay una forma alargada tipo churro que es lo que se considera más normal. Debe sumergirse hacia el fondo del inodoro sin hundirse por completo. Si las cacas flotan, puede deberse a que determinados componentes como la grasa, no se están absorbiendo o que hay determinados fármacos o alcohol en ellas.

Si la deposición no tiene forma y tiende hacia una pasta o al líquido, entonces se trata de una deposición diarreica.
En este caso, no siempre tiene por qué responder a un virus de gastroenteritis sino que también lo puede estar causando una bacteria, parásitos o una malabsorción de nutrientes ( intolerancias).

Si las cacas no tienen color y tienden hacia el blanco, hay que acudir de inmediato al médico pues el problema estaría localizado en hígado y vesícula biliar por alteraciones en la degradación de la bilirrubina.


¿Y el dolor, cómo tratarlo?

Como os comentaba antes, es preferible no enmascarar síntomas con el ibuprofeno por lo que si el dolor es agudo y no mejora con la hidratación oral y la alimentación, se puede recurrir al racecadotrilo ( tiorfán®) para la disminución de la duración de la diarrea. Otros fármacos pueden ser indicados para el tratamientos de los espasmos intestinales ( retortijones) como el bromuro de otilonio (spasmoctyl pediátrico®) o el paracetamol para el dolor más genérico.

Si las diarreas no ceden durante más de 10 días, se recomiendan otras pruebas complementarias para saber si hay posibles intolerancias a lactosa o gluten entre otras.

Con respecto a los fármacos antieméticos ( vómitos) no se recomienda utizar Primperán® en menores de 18 años por sus posibles efectos en el sistema nervioso extrapiramidal. En caso de vómitos repetidos, la solución de rehidratación oral se puede dar en cantidades de 5ml en 5ml para ir observando tolerancia.
Ante vómitos repetidos, acudir al médico. Es posible que el pediatra os prescriba Motilium® para disminuir el dolor de estómago y calmar las náuseas al actúar sobre la motilidad gástrica.

¿ Cómo sé si el niño/a está deshidratado?

Aunque en los países desarrollados la deshidratación es muy poco frecuente, hay determinados signos que podemos tener en cuenta tales como:

- Llanto sin lágrimas
- Lengua seca y blanca
- Signo del pliegue ( Se coge un pliegue de piel del abdomen y tarda más de lo normal en recuperar su estado normal)





















¿ Qué comer en caso de diarrea o dolor de tripa?

La antigua costumbre de dar arroz y sólo arroz ya no se aplica. Si bien es cierto que el arroz retiene el agua y por tanto la diarrea, el hecho de limitar la ingesta de sólidos al arroz, pollo y pescado blanco hace que la dieta sea insuficiente y además, repetitiva y aburrida.
Las recomendaciones pediátricas en la actulidad son que los niños coman lo que les apetezca. Evidentemente, se intentará evitar en la medida de lo posible alimentos fritos, azúcares, alimentos que provoquen gases como las legumbres y en el caso de los lácteos, la leche si es mal tolerada. Si el niño tolera bien la leche, no hay contraindicación en que la tome.

Por lo demás, el abanico de posibilidades es amplio:

Carnes magras a la plancha
Pescado blanco horno, hervido o plancha
Purés de patata, zanahoria, calabaza
Patata o zanahoria cocida o asada
Vegetales suaves como calabaza, calabacín
Sopa de ave
Pasta sin tomate con aceite de oliva
Frutas como manzana, plátano. pera
Tortilla francesa o huevo cocido si lo toleran.
Yogures

La ingesta de sólidos se ha de comenzar lo antes posible, porque favorece y acelera la recuperación del organismo. Si han pasado más de 3 horas desde el último vómito, ya se pueden ir introduciendo sólidos

La hidratación puede hacerse con soluciones de rehidratación oral como las que se venden preparadas en las farmacias o con limonada casera respetando las proporciones:

-Zumo de medio limón
- Media cucharadita de bicarbonato
-1 cucharadita de azúcar
- Agua hasta completar un litro (a ser preferible, agua mineral)

En cuanto a las marcas de bebidas isotónicas para deportistas, no son recomendables para niños menores de 18años porque no respetan una adecuada proporción de electrolitos y además, contienen mucho azúcar.
En esos casos, es importante acudir a Urgencias para que sea administrado suero vía intravenosa asegurando por tanto la hidratación de manera rápida y segura.


Por tanto, a partir de ahora, es más sano preguntar al niño qué le apetece comer en lugar de darle arroz y más arroz.


¿ Y si está estreñido?

En ese caso, aparte de limitar el arroz y quizás el plátano, puede consumir libremente el resto de alimentos. Es importante que se mueva más y que beba más líquidos. Las semillas de lino sin ser molidas, no se absorben por lo que se pueden añadir a un yogur para favorecer el tránsito intestinal.

No obstante, lo más importante en estos casos, es buscar una rutina diaria para hacer caca. Si no están en casa hasta la noche, y luego es ducha, cena y a dormir, es fácil que acaben siendo estreñidos pues el intestino interpreta que no hay tiempo y que no puede evacuar en ese momento.

No es bueno que pasen mucho rato sentados en el wáter pues no es bueno para la circulación y además, se estresa el propio niño viendo la actividad como algo desagradable y forzado.

Para añadir algo novedoso al post que quizás os llame la atención, os recomiendo que para favorecer la completa evacuación, probéis a que vuestros hijos/as se coloquen en cuclillas cuando quieran hacer caca. La posición del intestino varía, y se favorece la completa eliminación de las heces.






A veces, lo que nos parece anticuado, sucio o de países que no están desarrollados, resulta ser lo natural para el ser humano evolutivamente y lo beneficioso para nuestro organismo, porque...              ¿Sabíais que el intestino está considerado nuestro segundo cerebro? ;)